El opio, extraído de la planta Papaver somniferum, se ha usado durante milenios como analgésico y sedante. De él derivan los opiáceos naturales como la morfina, codeína y heroína.
Con el tiempo surgieron los opioides sintéticos y semisintéticos, como la oxicodona, tramadol o fentanilo, que imitan sus efectos.
Distinción clave: todos los opiáceos son opioides, pero no todos los opioides son opiáceos.
-
Heroína: potente y de acción rápida; fue aislada por primera vez en 1883 y comercializada por Bayer como sustitutivo de la morfina y como tratamiento para enfermedades respiratorias hasta 1931, cuando se retiró del mercado por su alto potencial de adicción. Hoy se usa muy poco en medicina y es considerada de alto riesgo de abuso.
-
Morfina: aislada a principios del siglo XIX, revolucionó la medicina al convertirse en un analgésico potente para el dolor intenso, postoperatorio y crónico. Su uso está estrictamente controlado, pues puede generar tolerancia y dependencia con el tiempo.
-
Codeína: analgésico y antitusígeno más suave; también puede causar dependencia si se usa repetidamente.
-
Opioides sintéticos (fentanilo, oxicodona, tramadol): eficaces para dolor severo, pero con riesgo de adicción y sobredosis.
En general, los opioides son muy útiles en medicina, pero su alto potencial de adicción y sobredosis requiere un uso controlado y supervisado.