KETAMINA

INTRODUCCIÓN

La ketamina fue desarrollada en 1962 por Calvin Stevens como anestésico disociativo seguro tanto en humanos como en animales. Más tarde comenzó a usarse de manera recreativa por sus efectos alucinógenos y de desconexión. En Europa y España su consumo es minoritario, concentrándose sobre todo en festivales y entornos de ocio nocturno.

Actualmente, la ketamina y su derivado esketamina se utilizan en el tratamiento de la depresión resistente a otros tratamientos, mostrando eficacia rápida en pacientes que no responden a otros antidepresivos. La administración se realiza bajo supervisión médica, combinada con seguimiento clínico y psicoterapia, para minimizar efectos secundarios como disociación, mareos o aumento de la presión arterial.

COMPOSICIÓN Y PRESENTACIÓN

La ketamina es un compuesto sintético perteneciente al grupo de los anestésicos disociativos, con efectos sedantes, analgésicos y alucinógenos. Su componente activo es el clorhidrato de ketamina (2-(o-clorofenil)-2-metilamino ciclohexanona).

En medicina, se presenta como líquido translúcido en soluciones inyectables, que se administran por vía intravenosa, intramuscular o sublingual, y en algunos casos se utilizan en terapias experimentales para tratar depresiones resistentes.

En contextos recreativos, la ketamina también se encuentra en polvo blanco, que se puede inhalar; este polvo a menudo está adulterado con sustancias como efedrina, cafeína, selegilina o manitol.

La pureza de la ketamina varía según su origen: mientras que la de uso médico es alta, en el mercado ilegal suele encontrarse con un rango de pureza entre el 45 % y el 80 %, lo que incrementa los riesgos asociados a su consumo.

VÍAS DE ADMINISTRACIÓN

La ketamina puede administrarse de diversas formas, y la vía elegida influye en la rapidez con la que aparecen los efectos, su intensidad y la duración de los mismos.

  • Intravenosa (IV): Es la vía más rápida y controlada, utilizada principalmente en entornos médicos y terapéuticos. Produce efectos casi inmediatos, con una duración corta y controlada, y permite ajustar con precisión la dosis.

  • Intramuscular (IM): También utilizada en medicina, produce efectos en pocos minutos, algo menos inmediatos que la IV, y con duración moderada.

  • Sublingual o oral: Menos común, suele emplearse en contextos terapéuticos experimentales. La absorción es más lenta, los efectos tardan más en aparecer y suelen ser menos intensos.

  • Inhalada o esnifada: Frecuente en el consumo recreativo. Los efectos aparecen rápido, aunque la duración suele ser corta. Este método aumenta el riesgo de adulteración y daños nasales.

  • Rectal o vía tópica: Menos habituales, utilizados en entornos clínicos específicos o experimentales.

Cada vía de administración conlleva distintos riesgos físicos y psicológicos, que dependen de la dosis, frecuencia y pureza de la sustancia.

EFECTOS DESEADOS Y RIESGOS

La ketamina es un fármaco disociativo que se utiliza en medicina como anestésico, pero también es consumido recreativamente por sus efectos psicoactivos. Al consumir ketamina, las personas suelen buscar ciertos efectos, entre ellos:

  • Sensación de euforia y bienestar.

  • Alteración de la percepción sensorial, incluyendo distorsión del espacio, el tiempo y el cuerpo.

  • Experiencias disociativas o de “desconexión” de la realidad.

  • Aumento de la creatividad o introspección, según algunas personas.

Sin embargo, la ketamina conlleva riesgos importantes, especialmente cuando se consume sin supervisión médica:

  • Físicos: aumento de la presión arterial y frecuencia cardíaca, problemas respiratorios a dosis altas, náuseas, vómitos, dolor al orinar, y daño en vejiga y riñones con uso prolongado.

  • Psicológicos: confusión, ansiedad, paranoia, alucinaciones intensas, dependencia psicológica y deterioro de la memoria a corto plazo.

  • Accidentales: debido a la alteración de la percepción y coordinación, aumenta el riesgo de caídas, accidentes de tráfico y otras lesiones.

En resumen, la ketamina produce efectos que muchas personas buscan por su capacidad de alterar la conciencia y generar euforia, pero su consumo no está exento de riesgos físicos, psicológicos y legales. La información, la reducción de riesgos y la precaución son claves para minimizar daños.

 

Riesgos relacionados con la tolerancia y la dependencia

 

El consumo frecuente de ketamina puede llevar a que el cuerpo y la mente se adapten muy rapidamente a este anestésico, generando tolerancia en poco tiempo. Esto significa que con el tiempo se necesita más cantidad para sentir los mismos efectos, lo que aumenta el riesgo de daños físicos y psicológicos.

Además, algunas personas pueden desarrollar dependencia, es decir, sienten que no pueden disfrutar o funcionar sin consumirla. Esto puede generar:

  • Ansiedad, deseo intenso de consumir y dificultad para controlar el uso.

  • Efectos negativos en la vida diaria: problemas de estudio, trabajo, relaciones y bienestar emocional.

  • Riesgos de salud mayores: al aumentar la dosis para compensar la tolerancia, se elevan los peligros de daño en vejiga, riñones, memoria y percepción, así como la probabilidad de accidentes.

REDUCCIÓN DE RIESGOS
  1. Infórmate: conoce efectos, dosis, riesgos y vía de consumo.

  2. Dosis bajas y espaciadas: evita tolerancia y dependencia.

  3. Entorno seguro: acompáñate de personas de confianza.

  4. Hidratación y alimentación: previene mareos y bajadas de tensión.

  5. Evita actividades peligrosas: no conduzcas ni realices tareas riesgosas.

  6. Cuida la vejiga y los riñones: presta atención a dolor o cambios al orinar.

  7. Señales de alarma: interrumpe el consumo ante ansiedad intensa, confusión o problemas físicos; busca ayuda si hay emergencias.

  8. Evita mezclar sustancias: sobre todo con alcohol y otras drogas depresoras aumentan los riesgos.

  9. Descanso entre consumos: protege tu salud física y mental.

  10. Conoce recursos de apoyo: consulta información o atención sanitaria si lo necesitas.

  11. Si consumes vía esnifada: usar dosis bajas, evitar esnifar frecuentemente; tener cuidado con la mucosa nasal y no compartir utensilios.

  12. si consumes vía oral: efectos más lentos y duraderos; igualmente, controlar dosis y frecuencia para reducir riesgos.