La ketamina es un fármaco disociativo que se utiliza en medicina como anestésico, pero también es consumido recreativamente por sus efectos psicoactivos. Al consumir ketamina, las personas suelen buscar ciertos efectos, entre ellos:
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Sensación de euforia y bienestar.
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Alteración de la percepción sensorial, incluyendo distorsión del espacio, el tiempo y el cuerpo.
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Experiencias disociativas o de “desconexión” de la realidad.
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Aumento de la creatividad o introspección, según algunas personas.
Sin embargo, la ketamina conlleva riesgos importantes, especialmente cuando se consume sin supervisión médica:
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Físicos: aumento de la presión arterial y frecuencia cardíaca, problemas respiratorios a dosis altas, náuseas, vómitos, dolor al orinar, y daño en vejiga y riñones con uso prolongado.
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Psicológicos: confusión, ansiedad, paranoia, alucinaciones intensas, dependencia psicológica y deterioro de la memoria a corto plazo.
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Accidentales: debido a la alteración de la percepción y coordinación, aumenta el riesgo de caídas, accidentes de tráfico y otras lesiones.
En resumen, la ketamina produce efectos que muchas personas buscan por su capacidad de alterar la conciencia y generar euforia, pero su consumo no está exento de riesgos físicos, psicológicos y legales. La información, la reducción de riesgos y la precaución son claves para minimizar daños.
Riesgos relacionados con la tolerancia y la dependencia
El consumo frecuente de ketamina puede llevar a que el cuerpo y la mente se adapten muy rapidamente a este anestésico, generando tolerancia en poco tiempo. Esto significa que con el tiempo se necesita más cantidad para sentir los mismos efectos, lo que aumenta el riesgo de daños físicos y psicológicos.
Además, algunas personas pueden desarrollar dependencia, es decir, sienten que no pueden disfrutar o funcionar sin consumirla. Esto puede generar:
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Ansiedad, deseo intenso de consumir y dificultad para controlar el uso.
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Efectos negativos en la vida diaria: problemas de estudio, trabajo, relaciones y bienestar emocional.
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Riesgos de salud mayores: al aumentar la dosis para compensar la tolerancia, se elevan los peligros de daño en vejiga, riñones, memoria y percepción, así como la probabilidad de accidentes.