La cocaína actúa directamente sobre el sistema nervioso central y provoca sensaciones estimulantes y anestésicas. Los efectos dependen mucho de cómo se consuma:
- esnifada, tarda 2‑5 minutos en notarse y dura unos 30‑40 minutos;
- inyectada, aparece casi al instante y dura 10‑20 minutos;
- fumada como crack, los efectos son inmediatos pero muy breves, de 5‑10 minutos;
- masticar hojas de coca tardan más en notarse y apenas generan dependencia.
Los efectos deseados incluyen euforia, aumento de la sociabilidad, locuacidad, falsa sensación de seguridad en si mismx, energía y aumento del deseo sexual, junto con aumento de la atención y actividad mental.
Físicamente puede hacer que te sientas con menos fatiga, sin apetito, con pupilas dilatadas, frecuencia cardiaca rápida y cierta relajación muscular.
Pero los riesgos son serios, sobre todo a grandes dosis: ansiedad, paranoia, mareos, náuseas, vómitos, irritabilidad y alteraciones del ritmo cardíaco. En casos graves, pueden aparecer psicosis, convulsiones y problemas circulatorios.
Además, cuando los efectos pasan, llega la “bajada”: cansancio extremo, apatía, irritabilidad y comportamientos impulsivos. Por eso, incluso si la sustancia da energía y confianza momentánea, los riesgos físicos y psicológicos son muy reales, y la dependencia puede desarrollarse rápidamente, sobre todo con cocaina en formato crack o con la vía inyectada.
Riesgos relacionados con la tolerancia y la dependencia
La cocaína genera tolerancia y dependencia porque el cerebro se acostumbra a su efecto sobre los sistemas de recompensa y dopamina. Esto significa que con el tiempo se necesitan dosis mayores para sentir la misma euforia o energía que al principio. La tolerancia se desarrolla más rápido con formas de consumo que llegan muy rápido al cerebro, como inyectada o fumada (crack), mientras que la cocaína esnifada desarrolla tolerancia más lentamente. La dependencia aparece porque el cuerpo y la mente “aprenden” a necesitar la sustancia para sentirse activos, sociables o motivados; al dejarla, pueden aparecer síntomas de abstinencia, como cansancio extremo, depresión, irritabilidad y deseos intensos de volver a consumir, lo que aumenta el riesgo de consumo repetido y problemas de salud graves.