POPPERS

INTRODUCCIÓN

Los poppers son nitritos de alquilo, de isopropilo, el 2-propil nitrito, el de isobutilo, además del nitrito de amilo y el nitrito de butilo, que se inhalan para obtener un efecto rápido y breve de euforia y relajación muscular.

Su consumo comenzó siendo médico, para tratar la angina de pecho dadas sus propiedades vasodilatadoras, pero pronto en los los años 70, con la cultura disco, se extendió hacia un uso recreativo. Al día de hoy, siguen siendo consumidos en ambientes festivos y entre la comunidad LGTBIQ+, para potenciar el placer sexual.

COMPOSICIÓN Y PRESENTACIÓN

El popper es el nombre con el que se conoce a un grupo de sustancias químicas derivadas de los nitritos de alquilo (principalmente amilo, butilo o isopropilo).

Se presentan como un líquido volátil e inflamable, que suele venderse en pequeños frascos opacos de cristal con tapón a rosca.

No se bebe ni se fuma: lo habitual es inhalar sus vapores directamente del bote o a través de un pañuelo, ya que al contacto con la piel o la boca puede provocar irritación y quemaduras.

Aunque en algunos países se comercializan con etiquetas como “ambientador”, “limpiador de cuero” o “abrillantador de vídeos” para esquivar controles, en realidad su uso recreativo está ligado sobre todo a contextos de ocio nocturno y sexuales, por los efectos vasodilatadores y desinhibidores que producen.

VÍAS DE ADMINISTRACIÓN

El popper se consume casi exclusivamente por inhalación, aspirando directamente los vapores del frasco o empapando un pañuelo de papel para acercarlo a la nariz.

Al inhalarse, los nitritos pasan rápidamente a la sangre a través de los pulmones, lo que explica que sus efectos aparezcan en cuestión de segundos. Sin embargo, esta vía también implica riesgos: mareos, bajadas bruscas de tensión y pérdida momentánea de conciencia, sobre todo si se consume de pie o en espacios mal ventilados.

No está pensado para beberse ni aplicarse sobre la piel, ya que ingerirlo o tener contacto directo puede ser muy peligroso: puede causar vómitos intensos, irritación grave, quemaduras químicas en boca, garganta y estómago, e incluso intoxicaciones severas.

 

EFECTOS

El popper suele usarse buscando un subidón rápido y breve:

  • A nivel físico produce vasodilatación, lo que genera una sensación de calor, enrojecimiento de la piel, cosquilleo y una breve sensación de euforia o mareo agradable. Suele ser consumido en contextos sexuales porque provoca relajación del esfínter anal y de la musculatura, lo que facilita alguna prácticas sexuales de riesgo, además de aumentar la excitación y la percepción de intensidad del orgasmo.
  • A nivel psicológico se busca una sensación de desinhibición, de «aturdimiento» ligero y placer inmediato.

Sin embargo, junto a estos efectos aparecen otros menos deseados: dolor de cabeza, mareos, náuseas, bajadas de tensión, palpitaciones o desmayos, que pueden ser peligrosos si la persona está de pie o en movimiento. En el plano psicológico, el consumo puede causar confusión, desorientación momentánea, pérdida de concentración e incluso ansiedad en algunas personas.

Los riesgos aumentan si se combina con fármacos para la disfunción eréctil (como el sildenafilo/Viagra), ya que la suma de efectos vasodilatadores puede provocar una caída brusca de la presión arterial con riesgo de colapso.

Otro riesgo es el uso prolongado o reiterado, que puede causar irritación de las vías respiratorias, daños en la mucosa nasal y enrojecimiento ocular persistente. En casos extremos, inhalaciones intensas en espacios cerrados pueden llevar a hipoxia (falta de oxígeno), pérdida de conciencia y riesgo de accidentes.

Riesgos relacionados con la tolerancia y la dependencia

El consumo de popper no suele generar dependencia física ni un síndrome de abstinencia como ocurre con otras drogas, pero sí puede producir una cierta tolerancia, es decir, que con el uso frecuente los efectos placenteros (el “rush” inicial) se perciban cada vez menos intensos, lo que lleva a inhalar más seguido o en mayores cantidades.

Aunque no hay una adicción física reconocida, puede desarrollarse una dependencia psicológica, especialmente cuando se asocia a prácticas sexuales y/o al ocio nocturno, creando la sensación de que la experiencia no es igual sin el consumo.

Este patrón de uso repetido aumenta los riesgos de irritación de vías respiratorias, dolores de cabeza persistentes y bajadas de tensión peligrosas. En casos de abuso muy intensivo, el popper puede incluso afectar a la sangre provocando metahemoglobinemia, una alteración que dificulta el transporte de oxígeno y que puede tener consecuencias graves si no se atiende a tiempo.

REDUCCIÓN DE RIESGOS
  1. Para reducir los riesgos del consumo de poppers es fundamental no ingerir nunca el líquido ni aplicarlo directamente sobre la piel o mucosas, ya que puede provocar quemaduras químicas graves.
  2. Es más seguro inhalar a una distancia prudente del frasco, evitando el contacto directo con la nariz y reduciendo así la irritación.
  3. Conviene no consumir en espacios cerrados o mal ventilados, ya que el exceso de vapores puede causar mareos, desmayos o falta de oxígeno.
  4. Es recomendable no mezclar poppers con alcohol, otras drogas depresoras o medicamentos para la disfunción eréctil (como Viagra, Cialis o Levitra), porque la combinación multiplica el riesgo de una caída brusca de la tensión arterial.
  5. También se aconseja hacer pausas entre inhalaciones y evitar un uso muy frecuente o continuado, para no dañar la mucosa nasal ni aumentar la tolerancia.
  6. Si decides consumir, hazlo acompañado de personas de confianza, que puedan ayudar en caso de mareo o pérdida de conciencia, y mantener el frasco bien cerrado y lejos de fuentes de calor, ya que el líquido es altamente inflamable.